Río Cuarto. Cuando era una nena le pusieron el apodo justo: “Chispita”. Se llama Clara Cecilia Rossi. Tiene 74 años. Es enfermera jubilada. Su nieto Joaquín Etcheverry la filmó el jueves, cuando bailaba cumbia en la cocina de su casa.
Eso bastó para que en cuatro días tuviera más de 16 millones de reproducciones en las redes sociales.
Primero subieron el video a un sitio de cumbia de Facebook. Allí se dispararon los comentarios y la abuela comenzó a ser viral. Y también subieron las imágenes a YouTube, sitio donde hasta ayer ya la habían visto más de 13 mil personas.
En su casa de barrio Buena Vista, la abuela improvisó numerosos pasos al compás de La pollera amarilla, un hit de Gladys, “la Bomba Tucumana”.La propia Gladys vio el video y le envió un videomensaje de felicitación a través del Facebook de su nieto Joaquín.
“¡Doña Clara! ¡No sabés cómo te busqué! Quería saber quién eras, sos una diosa, te amo. Primero te subí a mi Face y después a Cumbia Face. ¡Sos famosa! Tenés millones de visitas. Cómo me gustaría conocerte, me gustaría abrazarte. Vamos a ver cómo hacemos para abrazarnos. Sos divina, sos lo más, te amo”, dice Gladys en el mensaje.
Doña Clara, “Chispita” o “abuela Coca”, no lo podía creer. “Yo tenía tanta emoción, no lo podía creer cuando me mandó el saludo. La música me gusta toda, todo lo que es alegre, me gusta Juan Ramón y Américo y hasta me han hecho bailar electrónica”, reveló Clara; y su nieto “Joaco” prometió mostrar el video.
Una vida difícil
La abuela contó que su vida no fue fácil. Se murió su mamá y un hermanito cuando ella tenía apenas 3 años. Y hace ocho años quedó viuda. “Pero yo siempre elegí ser alegre”, aseguró.
“Fui enfermera 32 años, trabajé en los últimos años y me jubilé en Fundadic (una clínica psiquiátrica). Siempre me gustó divertirme y hacer divertir a los demás. A los abuelitos que no los iban a visitar yo les bailaba, les hacía pastelitos, tortas fritas. Esa es mi forma de vivir. Obviamente que sufro y hay cosas tristes, pero la vida es linda para vivirla”, señaló.
Agregó: “Cuando era una jovencita era tremenda, pese a que iba a colegio de monjas”. También contó que en su trabajo tuvo sanciones, “siempre por cosas graciosas, como el pan y el chorizo que guardaba en un cajón de enfermería para convidarles a mis compañeras”, relató.
Con su marido, Rubén, que era mozo y también trabajaba en la Base Militar de Las Higueras, tuvieron dos hijas, Marisel y Patricia, quienes le dieron tres nietos varones: Joaquín e Iván, ya grandes, bailarines de folklore que estudian y trabajan, y un nietito de apenas 7 días: Nahuel.
La Voz.-