En la noche de Navidad, luego del brindis, Nicolás Fornero se conducía en moto, rumbo a buscar a su familia para festejar la Navidad, pero nunca llegó.
La imprudencia al volante, de quien hoy está acusado del accidente, Ezequiel Besozzi, le arrebató la felicidad de esa noche y se la cambió por un amanecer frente a una triste realidad, encontrarse con la amputación de parte de su pierna izquierda.
Fueron segundos que le cambiaron su vida. Hoy Nicolás busca lo positivo y agradece poder estar con sus hijos y su mujer. Nicolás se aferra a la esperanza de que podrá correr y jugar con su hija (de siete años) dentro de un tiempo largo.
«Por lo que tengo entendido, se entregó o lo llevó el padre, a la policía… ¡el Domingo a las dos de la tarde! Pasaron muchas horas. Y lo único que sé, es que al hospital fue la mamá de él. (…) Y después nadie se comunicó conmigo, ni nada.»
- ¿No tuviste comunicación para pedir perdón o algo?
«No, nada. La madre fue. Si le pidió disculpas a mi mamá porque yo los conozco… yo lo conozco a Ezequiel, lo conozco al padre, de vista. La mamá trabajaba en nuestra casa, (limpiaba), entonces le fue a pedir disculpas a mi mamá al hospital.»
- Cambió la carátula: ¿Tenés alguna información?
«Estuve viendo las notas de ustedes… Me disgustó un poco como se expresó su defensora (…) al decir que no era una persona peligrosa, pero lo hizo otra vez, con una mujer, lo hizo conmigo. O sea, el que lo hace una, lo hace dos, el que lo hace dos, lo hace tres. Me parece que si es peligroso, una persona peligrosa. Porque si te gusta manejar borracho, sabés que a la corta o a la larga, algo te va ha terminar pasando.»
- ¿Qué te dijeron los médicos?
«El médico me felicita por la fuerza que le estoy metiendo, y está contento con la herida, con los puntos, (…) no sangra más la herida. Lo que sí, es super doloroso y me dijo que va ha ser un tiempo de dolor.
En el momento el pie se me dio vuelta, y por ahí lo siento completo y así (girado), como si estuviera en el momento del accidente. (…)
- ¿Qué te acordás del accidente?
«Yo salía de la casa de mi abuela, me iba a buscar a mi señora y a mis hijos, (…) hice media cuadra, y veo que venía un auto en contra mano, sin luz, y venía fuerte. Entonces digo, voy a doblar en la esquina de Uruguay (yendo para la guardería), y cuando yo doblé, él dobló para el mismo lado.»
Lo que le dije a mi hermano antes que me operen fue: ‘Ya está, me quedo encerrado en la pieza y no salgo más’.
Y él me dijo: ‘No chavón, me prometés que nunca te vas a dar por vencido.’
Y me quedó eso en la cabeza, y de ahí salí con otra mentalidad.»