El marcosjuarense Guillermo Pfening, quien recientemente fue premiado en Tribeca en una entrevista en el diario La Nación.
Dirigió Caíto, protagonizó Nacido y criado y, con Nadie nos mira, recibió el elogio de Willem Defoe cuando éste y Peter Fonda lo premiaron en Tribeca.
De sonrisa amplia que le achina los ojos, Guillermo Pfening pide aplazar una hora la entrevista porque quiere pasar a buscar a su hija Asia por el jardín de infantes. Se está por terminar la semana y queda claro que sus prioridades cambiaron porque en cada respuesta que puede incluye, inconscientemente, alguna anécdota sobre la pequeña de dos años y medio que le dio su título más esperado: el de padre.
Con 30 largometrajes en su haber, entre los que se destacan Wakolda y Nacido y criado, en Nadie nos mira, de Julia Solomonoff, encarna a Nico, un actor de telenovelas que decide instalarse en Nueva York para abordar un proyecto distinto y escapar de un relación tormentosa. Pero no todo resultará según lo planeado. El personaje se transformará a partir de las circunstancias que le toquen vivir y, así, enfrentará un nuevo desafío actoral.
Es que gracias a Nadie nos mira, que se estrena pasado mañana en nuestros cines, Pfening recibió a principios de mes el premio al mejor actor de film extranjero en la última edición del Festival de Tribeca, en Nueva York. El jurado que lo distinguió estuvo encabezado por Willem Dafoe y Peter Fonda, quienes alegaron que la suya había sido «una actuación de extraordinaria vulnerabilidad y compromiso».
-¿Cómo fue el rodaje de Nadie nos mira? ¿Te instalaste en Nueva York?
-Me fui el 1° de agosto de 2015. Había sido papá hacía poquito así que llevé a la mamá de mi hija y a mi hija Asia para que se quedaran un tiempo conmigo. Y al final Asia terminó actuando y siendo el primer bebé que cuido en la película porque el que estaba previsto «se cayó» dos días antes de empezar a filmar. Estuve allá casi cinco meses y pude participar del proceso de casting. No filmamos todo el tiempo, fueron sólo seis semanas, porque teníamos que esperar el paso de las estaciones.
-¿Es cierto que trabajaste en un bar para preparar el personaje?
-Sí, trabajé en un bar irlandés en el Midtown. Era de un amigo de Julia. Fui siete noches y el dueño sabía lo que yo estaba haciendo ahí, pero todos los demás no. No entendían si me iba a quedar con su propina, si era una competencia para ellos y todos los compañeros me trataron muy mal, excepto un senegalés. Tampoco hablaba muy bien inglés así que un día la llamé a Julia y le dije: «Ya está. No hace falta que venga más».
-Se nota mucha fluidez…
-Ensayamos mucho, incluso con el resto de los actores. Elena Roger vino de vacaciones cuando yo estaba filmando así que lo aprovechamos. En el trato con los bebés me ayudó mucho ser papá y si bien algunas escenas eran con mi hija, luego con el segundo bebé se dio una relación de mucha conexión. No podíamos prever mucho, pero se generó buena onda.
-En la película se pone en foco la mirada de los otros y cómo esto lo define a Nico. ¿Cómo es tu relación con esa mirada?
-Me crie en Marcos Juárez, un pueblo muy chico, así que todo el tiempo tuve la mirada de los otros presente. Eso fue como un hastío para mí desde los 16 años, cuando empecé a darme cuenta. Cuando vine a vivir a Buenos Aires todavía estaba pendiente de la mirada de la gente de mi pueblo y un poco me pasaba lo que a Nico: me preguntaba porqué había venido, si me iba a ir bien o si tenía que volver. Después de dos años hice un click y empezó a importarme un comino. Lo único que quiero hoy es ser una persona de bien. Hace tiempo que la mirada ajena no me construye como persona, trato de ser libre de eso porque ya viví la experiencia y la sufrí.
-Tomaste la decisión de ser padre con una amiga y no con una pareja. ¿Importó lo que otros pudieran pensar?
-Nunca. Cuando tomé la decisión la consulté con algunos amigos y con mis hermanos. Si uno se pone a pensar en lo que dice todo el mundo te quedás paralizado. Cuando empecé a dar notas, que me costaron aceptar, el feedback fue muy positivo. Me di cuenta de que estaba bueno comunicar la copaternidad. Tiene que ver con la decisión de construir la crianza de un hijo sin la necesidad de que haya un vínculo amoroso de por medio, aunque sí un respeto y un cariño mutuos. Es gracioso porque a veces vamos a las reuniones familiares del jardín y los únicos que estamos juntos somos la mamá de Asia y yo, que no somos pareja.
-¿Qué significó para vos haber ganado el premio en Tribeca?
-Fue muy loco. El día que el jurado vio la película me crucé con Dafoe en la puerta del baño y le comenté que trabajaba en Nadie nos mira. Cuando terminó la proyección Peter Fonda se me acercó y me dijo que la historia le había tocado mucho. Se sumó Dafoe: «Vos me dijiste que trabajabas en esta película. Pero vos sos la película». Esas actitudes demostrativas encendieron en nosotros una chispa. En la ceremonia, cuando dijeron mi nombre, sentí mucha emoción, una corriente de energía fuerte. Fui corriendo al escenario, me tropecé en la escalera, fue un papelón. Pero Dafoe me abrazó y me hice una selfie con él, fue hermoso.
-¿Tenés expectativas de trabajar en otros lugares del mundo como le pasa a Nico en la película?
-Nunca me metería en el problema que tiene él. En los Estados Unidos, si sos latino pero no tenés aspecto de latino, no podés acceder a esos papeles. Y para los otros necesitás saber muy bien inglés y no tener acento. Además, me interesa el cine indie norteamericano, pero no tengo para nada la fantasía de Hollywood. Sí me gustaría trabajar en España, América latina y Europa. Estamos avanzando en eso, pero sin nada definido todavía.
-Tras el éxito de Caíto, la película que estrenaste en 2013 con tu hermano como protagonista (padece una enfermedad neuromuscular), ¿estás trabajando en algún otro proyecto como director?
-Sí, en dos. Por un lado estamos desarrollando con Carolina Stegmayer el segundo guión de lo que será una trilogía con temas familiares y personales.Caíto es la primera parte y estamos escribiendo Alice, una reflexión sobre las cirugías estéticas. Cuenta la relación entre un hijo y una madre que es adicta a las intervenciones. El germen es que a mi mamá le pasó eso [se suicidó por esa adicción en 2008]. Pero sólo es el punto de partida, el resto es ficción. La va a protagonizar Cecilia Roth y estamos empezando a armar la producción. Por otro lado, Fernando Musa, que es un productor con el que trabajé en Dolores, me propuso hacer Caíto 2 y, aunque al principio dije que no, luego me entusiasmé. Estamos escribiendo con Marinha Villalobos (que hacía de Suzuki en la primera parte) esta secuela que va a ser una sátira y estará ambientada en el rodaje de una película en la que Caíto se convirte en un actor súper conocido, déspota y malvado al que solo le interesa trepar. Queremos que esté Santiago Segura. Será una comedia disparatada, llena de humor negro.