Fue mordido por la serpiente y estaba grave. Su dueño tuvo que conseguir autorización para que le dieran el antídoto.
Un perro fue mordido por una serpiente yarará cuando intentó salvar a los pequeños hijos de la familia que lo tiene como mascota. Simón, el perro mestizo, estuvo agonizando y casi muere porque en el serpentario y el hospital de enfermedades infecciosas al que fue llevado en busca del antídoto se negaban a darle la medicación que no está prevista para animales en Mendoza.
Por la insistencia de su dueña, la viralización de su pedido en las redes sociales y la intermediación de la Secretaría de Ambiente de la provincia cuyana, el perro llegó a recibir el suero antiofídico y ahora se recupera en su casa.
La familia tiene tres hijos Morena de 8, Benjamín de 5 y Camila de un año. Vive en una casa amplia de la zona precordillerana de El Challao, el oeste del Gran Mendoza.
Valeria Centeno, la dueña de la mascota, contó que el ataque de la serpiente ocurrió el viernes por la noche y cuando llevó a su perro a la veterinaria, el serpentario y el hospital Lencinas en busca de un antídoto le respondieron que no era posible.
“Si se lo damos al perro, puede quedarse una persona sin el antídoto”, le respondió una mujer que atendía la guardia del Lencinas. «Le dije que no era mi intención y que estaba dispuesta a pagar el remedio, pero ella insistió que tenía que darme cuenta que era un perro«, recordó Valeria.
La mujer no se dio por vencida, ante la gravedad de su mascota: “El perro le salvó la vida a mis hijos porque si no la víbora los podría haber picado a ellos«.
«Tengo seis perros, todos rescatados de la calle”, dice Valeria, que es integrante de la agrupación «Mascoteras de corazón» y recordó cómo fue el momento de horror que vivieron sus hijos.
“Fue desesperante. Los perros comenzaron a ladrar cuando yo estaba en la lavandería y mis hijos jugando en el patio”, detalló Valeria. Los chicos vieron a la serpiente y comenzaron a gritar, la mamá corrió a alzarlos y llevarlos adentro, lo mismo hizo con sus perros. “Dos horas más tarde, cuando les fui a darles agua a las mascotas, noté que Simón tenía la cabeza hinchada, deformado y le costaba respirar. Me di cuenta que había sido atacado”, contó.
El director del hospital Lencinas, Marcelo Barcenilla, explicó que tienen pocas dosis del antídoto y se evaluó el caso antes de suministrarle el medicamento al perro. “Fue un caso especial. Es un antídoto que está falta y cuesta conseguirlo. Se trató de hacer lo humanamente posible para salvar al perro”.
Para la dueña del perro, hubo desidia: «No tenés millones de picaduras al año, no entiendo por qué me lo negaron. Creo que tanto zoonosis como las veterinarias, también lo deberían tener para evitar toda la odisea que tuvimos que pasar», dijo Valeria, quien recordó que estaba dispuesta a pagar por la medicación.
En Mendoza, los ataques de yarará, que miden hasta un metro y medio de largo, son poco frecuentes, entre 10 y 13 mordeduras al año. En la mayoría de los casos, ocurren en zonas de campos y no es habitual que aparezcan en viviendas cercanas a la ciudad, aclaró Barcenilla.