La llegada de la primavera es uno de los momentos más esperados del año para mucha gente, pero para los alérgicos suele constituir un período complicado, ya que se trata de la estación más problemática porque aumenta la concentración de alérgenos como ácaros, polvo, moho, polen u otros.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que si bien existen diferentes causas y cuadros, la alergia puede definirse como una reacción exacerbada del sistema inmunitario a una sustancia que su cuerpo identifica como invasor, al cual llamamos alérgeno. Ante esta presencia, el organismo genera anticuerpos que producen histamina, agente responsable de los síntomas que ocasionan el malestar.
En primavera, el cuadro más frecuente de este espectro es la rinitis alérgica, que se caracteriza por afectar la nariz y se genera cuando se inhala polvo, polen, ácaros, etc. Las primeras señales de molestia suelen ser picazón en la nariz, la boca, los ojos, la garganta, la piel o en cualquier área; problemas con el olfato, rinorrea (secreción líquida por la nariz), estornudos y ojos llorosos. Los síntomas posteriores incluyen nariz tapada (congestión nasal), tos, oídos tapados y disminución del sentido del olfato, dolor de garganta, hinchazón debajo de los ojos, fatiga e irritabilidad y dolor de cabeza.
Controlar el entorno: Para ayudar a minimizar la exposición al polen y otros agentes irritantes mantener las ventanas cerradas cuando se encuentre en interiores. No utilizar ventiladores de ventana, ya que éstos pueden traer polen y otros alérgenos hacia áreas interiores. Mantener las unidades de aire acondicionado limpias para evitar ciclos de alérgenos. Si el moho causa alergias, recordar que la humedad alta puede causar el crecimiento de moho.
Mantenerse atento al clima: Los recuentos de polen tienden a ser más bajos durante y después de las lluvias porque el polen se elimina por lavado. Los días ventosos, sin embargo, pueden ser irritantes porque se libera más polen en el aire, lo que aumenta la oportunidad de contacto con los ojos, la nariz y los pulmones.
Observar el reloj: Si el polen es un alérgeno, evitar salir al aire libre tanto como sea posible cuando los índices de polen sean más altos (en general, a media mañana y temprano en la tarde) y cuando sopla el viento levante polen a su alrededor.
Lentes de contacto: Acotar su uso si se tiene una conjuntivitis alérgica estacional, particularmente cuando hay evidencia de enfermedad subyacente del ojo seco. Si esto no es posible, consultar al especialista por medicación que mejore la tolerancia a los mismos.
Poner barreras: El uso de anteojos o gafas de sol puede reducir la posibilidad de que el polen entre al ojo. Hay que evitar frotar los ojos aunque piquen, ya que esto puede mantener el ciclo alérgico. Aplicar lágrimas artificiales para limpiar el polen de los ojos. Todo lo que ponga en el ojo para la conjuntivitis alérgica debe estar refrigerado. Las máscaras frescas para los ojos también pueden ser calmantes.
Mascotas: Si las mascotas son una fuente de alergias, mantenerlas fuera de la casa cuanto sea posible. Es especialmente importante no permitir el ingreso a un animal doméstico en el dormitorio, de modo que la persona pueda dormir en una habitación libre de alérgenos. No usar alfombras, ya que estas atrapan la caspa dejada por sus mascotas. Lavarse siempre las manos después de tocar a un animal doméstico y la ropa que haya sido expuesta a los animales.